martes, 11 de noviembre de 2014

SOPA VERDE

Muchos lectores se sentirán identificados con nuestro protagonista. Al igual que el conejo, gran parte de los pequeños prefiere los alimentos que conoce, y rechaza los nuevos. Uno de los retos de los padres es conseguir que sus hijos coman de una forma equilibrada y sana, ya que es esencial en su crecimiento y desarrollo físico e intelectual.

Además, la infancia es el período de la vida en el que se forman —y posteriormente continúan—  muchos hábitos, entre ellos, los dietéticos. Por este motivo, álbumes como Sopa verde se convierten en un recurso fiable para motivar a los niños a comer variado. En él son animales (una hormiga, un ratoncito, un pato, un gato, un cerdo, un burro y una vaca) los que tratan de convencerlos, y no obstinados y aburridos adultos.

Para la escritora Ângela Madeira este relato es, en el fondo, la historia de todos, pequeños y adultos: “a menudo nos aferramos a la seguridad de lo que conocemos y tememos experimentar con lo nuevo, lo desconocido... Y es una lástima”. Además, destaca que “un mundo lleno de colores (como los de los alimentos que le ofrecen al conejo) es mucho más divertido”.

Precisamente, además de con los sabores, el libro juega también con los colores y los números: una miguita de tarta marrón, dos trocitos rojos de tomate, tres rebanadas de pan blanco, cuatro sardinas grises, cinco berenjenas moradas, seis zanahorias naranjas y siete espigas de maíz amarillas.

Sin embargo, todo esto no es suficiente y será necesaria la intervención del búho (símbolo de la inteligencia y la astucia) para que nuestro testarudo protagonista se decida a probar todos estos alimentos… ¡en una sopa verde!

—¡Ay, qué tontorrón es este conejo!
¡Decía que solo le gustaba lo verde…!
–bromearon los otros animales.

  

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